domingo, 30 de octubre de 2011

90% de Diabeticos con Sobrepeso

El 90 por ciento de los casos de diabetes se dan en personas con sobrepeso y preocupa tanto que la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró la diabetes como una amenaza potencial para la humanidad debido a los costes derivados de la atención a los pacientes, a los riesgos que puede acarrear para el progreso de los países emergentes y a los peligros que supone para la sostenibilidad de los sistemas públicos de salud de los países desarrollados.
"Las enfermedades crónicas, entre las que se encuentran la diabetes y la obesidad, se han convertido en el principal problema de salud a nivel mundial. El incremento exponencial de los casos de diabetes tipo 2 y de obesidad que se está produciendo  tanto en los países industrializados como en los países en vías de desarrollo ha llevado a describir esta pandemia de diabesidad como la epidemia del siglo XXI", señaló el doctor Ricardo Gómez Huelgas, coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
En España el número de casos de diabetes tipo 2 y obesidad se ha duplicado en los últimos 25 años. El 14 por ciento de la población es diabética (y la mitad no es diagnosticada) y el 60 por ciento de los adultos padecen sobrepeso. Además, el 20 por ciento de los españoles son obesos.
La comunidad autónoma que más casos de diabetes y obesidad presenta es Canarias, con un 20 por ciento de diabéticos y obesos. Sin embargo, el dato más preocupante en nuestro país es la elevada tasa de obesidad infantojuvenil. España se sitúa a la cabeza de los países europeos.
De hecho, las estimaciones señalan que, para el año 2030, más de 300 millones de personas serán diabéticas, sobre todo en países como India y China.

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Vinculan hormonas con recuperación de peso luego de perderlo

Cualquier persona que se somete a una dieta sabe que es difícil no volver a recuperar el peso perdido. Ahora un estudio encontró que incluso un año después de haber perdido una buena cantidad de peso rápidamente, las hormonas de quienes se han sometido a dieta siguen insistiendo en que se debe comer.
"La gente que aumenta nuevamente de peso no debería ser dura consigo misma, ya que comer es nuestro instinto más básico", dijo en un correo electrónico Joseph Proietto, de la Universidad de Melbourne en Australia y un autor del estudio. La investigación aparece en la edición del jueves de la revista New England Journal of Medicine.

La recuperación del peso perdido en un problema común que enfrentan quienes realizan dietas. Para estudiar qué lo provoca, Proietto y sus colegas inscribieron a 50 pacientes obesos o con sobrepeso en un programa de dieta de 10 semanas en Australia. Querían ver qué ocurriría en la gente que perdió al menos 10% de su peso corporal. A la postre sólo 34% de los pacientes perdieron esa cantidad y se mantuvieron en el estudio el tiempo suficiente para realizar un análisis.
El programa fue intenso. En promedio, los participantes perdieron casi 13,5 kilogramos durante las 10 semanas, más rápido que el consejo estándar de reducir entre 0,5 y 1 kg por semana. Consumieron de 500 a 550 calorías diarias, utilizando un suplemento alimenticio llamado Optifast más vegetales durante ocho semanas. Después agregaron gradualmente a su alimentación comida común.

A pesar de recibir asesoría verbal y por escrito sobre cómo mantener su nuevo peso, aumentaron nuevamente un promedio de 5,5 kg en el siguiente año. Así que aún tenían menos peso que cuando iniciaron la dieta.

Los científicos analizaron los niveles en la sangre de nueve hormonas que influyen en el apetito. El descubrimiento clave vino de comparar los niveles hormonales previos al programa de pérdida de peso con los registrados un año después del mismo. Seis hormonas permanecían desequilibradas en una dirección que estimulaba el hambre.

Además, quienes hicieron la dieta reportaron que un año después del programa sentían más hambre después de comer de la que sentían antes del mismo.

Expertos no relacionados con el estudio dijeron que el efecto persistente sobre los niveles de hormonas no era sorpresivo y que probablemente no tenía nada que ver con la velocidad de la pérdida de peso.

Las personas que perdieron menos de 10% del peso corporal probablemente mostrarían lo mismo, aunque en menor grado, dijo el doctor George Bray, del Centro Pennington de Investigación Biomédica en Baton Rouge, Luisiana.

Un mensaje clave del estudio es que "es mejor no ganar peso que tratar de perderlo", afirmó Bray.

¿Por qué el cuerpo de una persona a dieta se rebelaría contra la pérdida de peso?

Se trata de un vestigio evolutivo antediluviano, cuando la pérdida de peso podía amenazar la sobrevivencia y reproducción, afirmó el doctor Rudolph Leibel, un experto en obesidad de la Universidad de Columbia en Nueva York. "Así que para nada es una sorpresa que nuestros cuerpos luchen en consecuencia durante al menos un año", indicó. "Esta es probablemente una respuesta más o menos permanente", agregó.

La gente que pierde peso significativo no sólo gana más apetito, sino que también quema menos calorías de lo normal, creando "una tormenta perfecta para la recuperación de peso", dijo Leibel.

El especialista afirmó que en primer lugar evitar aumentar nuevamente de peso parece ser un problema fundamentalmente diferente a perder peso y que los investigadores deberían poner más atención a ello.

El estudio fue financiado por el gobierno australiano, grupos de profesionales de sanidad y una fundación privada. Proietto trabajó en la junta de asesoría médica de Nestlé, fabricante de Optifast, hasta el año pasado.

Fuente:www.semana.com / AP


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Para perder peso: comida no tan rápida


Todos sin duda, hemos tenido días en que "no hay tiempo para comer" o comemos engullendo los alimentos sin ni siquiera disfrutar su sabor.
Científicos en el Reino Unido se están cuestionando si acaso esta rapidez con que se come en la agitada vida moderna está contribuyendo a la epidemia de obesidad que enfrenta el mundo.
Ése es el planteamiento que se está investigando en el "laboratorio de gordura" más avanzado de Europa, una unidad de alta tecnología para investigar la obesidad en el Hospital Universitario de Coventry y la Universidad de Warwick, en Inglaterra.
Los científicos esperan que con su "calorímetro de cuerpo completo", en la Unidad de Investigación Metabólica Humana, obtener un mejor entendimiento de cómo el alimento, el ejercicio, las medicinas y el sueño afectan nuestro peso corporal.
Y uno de los primeros experimentos que llevarán a cabo es sobre la velocidad con que comemos, la forma como esta rapidez cambia el apetito y la tasa con la cual se quema energía.
Una de las doce pacientes que tomarán parte en el estudio es Helga Perry, quien pasará tres días en el laboratorio, en una cámara hermética capaz de llevar a cabo cálculos muy precisos de la cantidad de energía que está quemando.

Comida rápida

En el primer día del experimento, Helga comerá un almuerzo en 10 minutos, en el segundo día se le darán 20 minutos y en el tercero tendrá 40 minutos para comer sus alimentos.
Los investigadores controlarán el tiempo dividiendo su sándwich y yogur en pequeñas porciones, las cuales se le darán en intervalos de cinco minutos.
Al final del día se analizarán sus niveles de apetito al ofrecerle una selección de alimentos para que coma todo lo que desee.
Estudios previos en Japón sugieren que comer más lentamente podría ayudar a quitar el apetito y disminuir el riesgo de desarrollar diabetes.
Los investigadores del Hospital Universitario de Coventry desean ahora ver si pueden llegar a la misma conclusión en este ensayo clínico más cuidadosamente controlado.
El doctor Tom Barver explica que el experimento podría ofrecer información científica valiosa sobre la obesidad.
"Si prolongas tu alimentación, esto, con el tiempo, podría realmente promover la pérdida de peso", dice.

Epidemia

Aproximadamente 500 millones de personas en el mundo están clasificadas como obesas.
Helga Perry dice que está tomando parte en el ensayo porque cree que es importante entender mejor la obesidad.

Fuente: bbc.co.uk

domingo, 9 de octubre de 2011

Naciones Unidos: Enfermedades Crónicas no Transmisibles producen el 60% de las muertes a nivel mundial

¿Le gustaría morir voluntariamente? Muchas personas no harían eso; pero consciente o inconscientemente, sus hábitos los llevan cada vez más cerca de la muerte.
En el mundo no son las enfermedades transmisibles como el VIH-sida, hepatitis o tuberculosis las que más gente matan, son otras como la hipertensión y diabetes las principales asesinas.
Es por ello que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desarrolló en Nueva York el pasado 19 y 20 de septiembre la primera Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de la ONU sobre las Enfermedades Crónicas no Transmisibles (ECNT), con el fin de que los jefes de Estado y delegados se comprometan a poner en marcha acciones destinadas a disminuir el impacto de estas enfermedades y mejorar la salud de cada poblador del mundo.
“Las estadísticas indican que la epidemia actual que tenemos de enfermedades no transmisibles contribuyen en gran parte a las cifras de mortalidad tanto a nivel de país como a nivel mundial, y es de importancia el impacto a nuestros países en desarrollo y por tanto la economía”, dijo Gina Watson, representante en Honduras de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Enfermedades crónicas no transmisibles
En los últimos años, la prevalencia de estas enfermedades ha aumentado, entre estas asesinas silenciosas están la diabetes, el cáncer y la hipertensión arterial, causante de infartos y accidentes cerebrovasculares.
Por predisposición genética, muchas personas pueden desarrollar cualquiera de ellas, pero no siempre es así, porque con una vida saludable se disminuye el riesgo o se pospone el aparecimiento a etapas tardías de la vida.
Factores de riesgo
Los principales factores de riesgo son:
1. Tabaco. Se estima que el uso de tabaco mata a 5.4 millones de personas al año, más que las muertes anuales mundiales
por tuberculosis, VIH/sida y malaria combinadas, representando una de cada 10 muertes mundialmente.
2. Factores dietéticos. Los más importantes para reducir el riesgo de desarrollar enfermedad
cardiovascular son: reducción del consumo de grasa saturada, ingesta de ácidos grasos trans, altos niveles de sodio,
sobrepeso y consumo excesivo de alcohol.
3. Actividad física. La OMS y la FAO resaltan la importancia de la actividad física como factor determinante de obesidad,
enfermedad cardíaca y diabetes. El aumento de la actividad física ha demostrado ser efectiva para reducir el riesgo de
varias enfermedades.
4. Obesidad y sobrepeso. Estas confieren que vivirán una vida más corta que la de sus padres.
5. Factores psicosociales y salud mental. Los factores psicosociales asociados incluyen depresión, ansiedad,
enojo, hostilidad, estresantes de vida agudos y crónicos y falta de apoyo social. De todos los factores psicosociales
identificados, la depresión es el que más se ha documentado y estudiado.
6. Urbanización. Se estima que el ritmo de la urbanización en países en desarrollo no se enlentecerá por décadas y se
concentrará en las regiones más pobres. Se ha predicho que las poblaciones de países en desarrollo serán
mayormente urbanas para 2050.
7. Globalización. Finalmente la globalización ha llevado a importantes avances en la calidad de vida para millones de
personas. Sin embargo, al mismo tiempo ha acarreado importantes consecuencias que han conducido a estilos de vida y
patrones de consumo poco saludables.
“Si se interviene sobre estos factores de riesgo estamos respondiendo a una serie de patologías que contribuyen a las principales causas de muerte, sobre todo en la población económicamente activa”, agregó Watson.