sábado, 22 de enero de 2011

Obesidad y depresión infantil es más comunes entre hispanos


WASHINGTON (EFE).- La incidencia de la obesidad y la depresión infantil es mayor entre los niños hispanos y afroamericanos que en el resto, un fenómeno en el que influyen, según los expertos, tanto los hábitos familiares, como factores culturales y económicos.

El ex director general de Salud Pública, Richard Carmona, advirtió hoy en un foro de especialistas en salud infantil de la importante relación entre obesidad y depresión en la infancia, al tiempo que llamó a trabajar de manera especial con las minorías, que registran los índices más altos de ambas dolencias.

Así, el 26,8 por ciento de los niños varones hispanos son obesos, mientras que los blanco registran una tasa del 16,7%, según los datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

En el caso de las niñas, las afroamericanas encabezan las estadísticas de obesidad, con un 29,2 por ciento, mientras que un 17,4% de las hispanas padecen esta enfermedad, y entre las caucásicas el índice es del 14,5%.

Los expertos coinciden en que los esfuerzos del Gobierno por promover leyes y programas nacionales en favor de una vida más saludable no serán efectivos si no se produce el cambio más relevante: la modificación de los hábitos familiares.

Un niño que procede de una familia obesa tiene más del 50% de posibilidades de padecer la enfermedad, tal y como esgrimió la directora del Servicio de Niños y Adolescentes del Distrito de Columbia, Marie Morilus-Black.

“Los afroamericanos y los latinos son herederos de sus tradiciones sociales y familiares, por lo que hay que trabajar con estas comunidades para que las nuevas generaciones sepan como vivir de manera saludable”, añadió Morilus-Black.

Sin embargo, Carmona, hijo de inmigrantes, señaló que, aunque los factores culturales son importantes a la hora de explicar la disparidad de los registros de obesidad entre niños de diversos orígenes, no son los únicos, por lo que llamó a sopesar también otros aspectos, como el sedentarismo y las diferencias económicas.

“Yo no recuerdo qué hacía a los cinco años, pero sí lo que no hacía: ver la televisión durante cuatro horas, estar pegado a Internet, o escribir cientos de mensajes de texto”, ironizó el profesor de la Universidad de Carolina del Sur Rusell Pate.

La incidencia de la obesidad en los niños y adolescentes norteamericanos ha crecido de manera importante en los últimos 20 años, hasta alcanzar la tasa actual del 17,1% de jóvenes que padecen la enfermedad o sufren sobrepeso.

Las minorías aglutinan un conjunto de factores de riesgo de obesidad que las convierten en el objetivo prioritario de los programas de salud para reducir los índices de obesidad y educar a las nuevas generaciones en hábitos más beneficiosos para el cuerpo y la mente.

“Si tenemos padres deprimidos por sus problemas económicos, o por la discriminación que sufren, tendremos familias en las que no se cocina y se sirven patatas fritas y bebidas azucaradas para cenar. Y no podemos olvidar que los hijos hacen lo que ven hacer a sus padres”, concluyó Morilus-Black.

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